Baile latino creado por el violinista cubano y director de orquesta Enrique Jorrín en 1948, fruto de sus experimentaciones con la forma, la melodía y el ritmo del danzón. Es el baile más reciente incorporado en esta modalidad. Poco después que el mambo fuese introducido en las salas de baile, apareció el chachachá, que empezó a ganar cada vez más popularidad. Con un ritmo intermedio, ni muy lento ni muy rápido, fácilmente bailable por todos, causó furor y desplazó al mambo.
El chachachá es un ritmo y un sonido que con más de cuarenta años de vida se mantiene más que saludable, lleno de vida y energía. Con un vigor que sólo puede dar el ritmo cálido y apasionado del trópico.
Esta rápida y amplia difusión se debe, sobre todo, al hecho de ser un baile intermedio, ni muy lento, ni muy rápido, lo que lo hace un género fácilmente bailable por todos (en contraste, por ejemplo, con el mambo, donde la música es más rápida y el ritmo más complicado). Inicialmente, su creador (Enrique Jorrín) había denominado a este baile con el nombre de neodanzón. El nombre que todos conocemos nació con ayuda de los bailadores, cuando al inventarse el baile que se acoplaba con el ritmo (El ritmo del chachachá se caracteriza por una serie de tres pasos rápidos que se dan en dos tiempos de compás), se descubrió que los pies marcaban un sonido peculiar al rozar el suelo, cha - cha - chá, y de ahí, de ese sonido, nació, por onomatopeya, el nombre con el que todo el mundo conoce este baile.
Su ritmo es lento (de 30 a 32 tiempos/minuto) y su compás es 4/4. Su compás se suele cantar un, dos, cha-cha-chá, porque estos tres pasos se deben hacer en dos compases. Estos pasos se denominan chassé.
Como todos los bailes latinos comienza con el pie izquierdo para el hombre y con el derecho para mujer.